viernes, 20 de junio de 2014

Con las cadenas atadas vivía. Durante siglos así había sido. Era yo quien debía obedecer. Era inferior. Solo servía para cuidar la casa. Ese era mi oficio. Mi objetivo era encontrar un buen hombre que cuidara de mí. Así era mi vida. Obedecía, escuchaba, callaba y asentía. Así decían que yo era feliz. Tenía lo que merecía, decían.

Pues no. Hoy he gritado basta. Se acabó. Me he quitado las cadenas que durante siglos me oprimían y se las he lanzado a la cabeza a mi opresor. No soy superior. Pero tampoco inferior. Solo somos iguales. Yo sirvo para lo que quiero. Mi oficio lo elijo yo, y mi objetivo, la revolución. Así es mi vida. Desobedezco, escucho, grito y lucho. Así soy feliz. Tengo lo que quiero.

¡Viva la lucha feminista!

Salud y libertad.

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